lunes, 5 de julio de 2010

Coma voluntaria...

Desde mi humanidad reconozco con dificultad que he pasado los últimos cinco años de mi vida en una coma voluntaria. He decido vivir en un estado catatónico sin acción, ni reacción. No preservo en ninguna de mis memorias cómo fue, sólo sé que ocurrió. De manera desconocida decidí programar mi vida y hacerla automática. El miedo, la rabia, la inseguridad, la frustración, la tristeza, la soledad, la presión, la tensión, las mentiras, la hipocresía, la falsedad, la ingratitud, el chisme, la humillación, la desesperanza, el engaño, el egoísmo, el interés, el gobierno, la injusticia, la desconfianza, el control, la burocracia, la competencia, la destrucción, la construcción…cada una de estas palabras, sus sinónimos, antónimos y significados provocaron en mi un deseo de rendirme, y así lo hice…Me rendí. Viví mi vida en un insomnio inverso. Las veces que sentí que mi cuerpo quería despertar de esta coma inducida, movía mi cabeza de lado a lado evitando que las dendritas de mis neuronas hicieran conexión. Ocasionando una ansiedad descontrolada y produciendo mi estado indiferente. Continúe sin reacción, respirando por reflejo, inmóvil y en silencio, viviendo la vida de los demás como propia, porque en mi lo que vivía era un cadáver.

Cada uno de los 1825 días luché por despertar, enfrentarme con valentía a los defectos de la vida, y aceptar que la perfección es inexistente. Lamentablemente, mi voluntad por liberarme fue débil. Hasta que mis ojos se cansaron de estar cerrados. Activando sus lagrimales, humedecieron sus pestañas y, poco a poco, abrieron. Sentí como mis párpados latían involuntariamente y mis pupilas dilatadas percibieron una luz que me cegó y que hoy me libera. Aún veo borroso, pero reconozco las formas y sus sombras. Todo lo que me hizo sentir rendida aún existe, pero ahora la indignación que nace por su existencia causa fortaleza no indiferencia.

1 comentario:

  1. Los estados catatónicos son muy engañosos para los observadores. Mientras miramos perdidos al vacío, en nuestra mente extiende una batalla en donde se desentrañan todos nuestros temores. El pánico nos sacude sin movimiento alguno. Se cuentan los días pero no se está consciente de que pasan. El miedo es como un coctel de neurotoxinas que nos paralizan, así que debemos saber tomarlo.
    Excelente blog, gracias por visitar el mio. Besos.
    Kari♥

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