En silencio….en espera… creyendo que tengo la solución perfecta. Me escurro como serpiente y me ahogo de desespero. Espera que espero y no quiero esperar. Me nublo y enmudezco con rabia corriendo hacia lo invisible. Obsesión de perfectos ignorantes que añoran lo inexistente. Duda que persigo y que temo. Espera que enloquece mis sentidos. Sin oídos, sin huesos, sin sesos. En silencio , espero ,por lo que no lucho pero deseo. Por los sueños en los que no creo y por la verdad que no creo… espero. Pantomimas de lo que creo ser o de lo que deseo querer ser…pero el telón acaba de bajar y la espera continua sin esperar.
jueves, 16 de septiembre de 2010
El telón
miércoles, 7 de julio de 2010
"LA SILLA"
lunes, 5 de julio de 2010
Coma voluntaria...
Desde mi humanidad reconozco con dificultad que he pasado los últimos cinco años de mi vida en una coma voluntaria. He decido vivir en un estado catatónico sin acción, ni reacción. No preservo en ninguna de mis memorias cómo fue, sólo sé que ocurrió. De manera desconocida decidí programar mi vida y hacerla automática. El miedo, la rabia, la inseguridad, la frustración, la tristeza, la soledad, la presión, la tensión, las mentiras, la hipocresía, la falsedad, la ingratitud, el chisme, la humillación, la desesperanza, el engaño, el egoísmo, el interés, el gobierno, la injusticia, la desconfianza, el control, la burocracia, la competencia, la destrucción, la construcción…cada una de estas palabras, sus sinónimos, antónimos y significados provocaron en mi un deseo de rendirme, y así lo hice…Me rendí. Viví mi vida en un insomnio inverso. Las veces que sentí que mi cuerpo quería despertar de esta coma inducida, movía mi cabeza de lado a lado evitando que las dendritas de mis neuronas hicieran conexión. Ocasionando una ansiedad descontrolada y produciendo mi estado indiferente. Continúe sin reacción, respirando por reflejo, inmóvil y en silencio, viviendo la vida de los demás como propia, porque en mi lo que vivía era un cadáver.
Cada uno de los 1825 días luché por despertar, enfrentarme con valentía a los defectos de la vida, y aceptar que la perfección es inexistente. Lamentablemente, mi voluntad por liberarme fue débil. Hasta que mis ojos se cansaron de estar cerrados. Activando sus lagrimales, humedecieron sus pestañas y, poco a poco, abrieron. Sentí como mis párpados latían involuntariamente y mis pupilas dilatadas percibieron una luz que me cegó y que hoy me libera. Aún veo borroso, pero reconozco las formas y sus sombras. Todo lo que me hizo sentir rendida aún existe, pero ahora la indignación que nace por su existencia causa fortaleza no indiferencia.